“Ningún gran hombre puede prescindir de un hombre pequeño, lo cual deja bien claro que no hay tal cosa como un “hombre pequeño”. Lo que si hay es hombres con la grandeza suficiente para reducir las consecuencias de sus debilidades, y aumentar su fe en el potencial de quienes le rodean”. (Cosme).
A veces de las principales debilidades de los seres humanos es que minimizamos y menospreciamos el poder de la presencia de Dios en cada uno. Hay quienes tienden a dejarle de poner el valor que tiene un hombre lleno de fe y que conoce el valor de ella. Aquel que ha aprendido en el medio de batalla y ha sabido sobrevivir. Hay quienes minimizan a quien es capaz de depositar sus esperanzas y su confianza en Jesús y en lo que es capaz de hacer en la vida de cada uno cuando lo hacemos parte de la nuestra. Nada es capaz de doblar a quien asume la fortaleza que Dios le transmite a través de cada prueba y cada adversidad. Lo mejor, es cómo es capaz de trabajar en ti en tu espíritu, haciéndote ver y que asimiles la humildad, para que puedas practicar la bondad, la misericordia y la compasión. Es capaz de hacerte ver y sentir lo que es practicar su verdad, no la tuya. Te muestra qué precio de paga cuando quieres desconocer su canino. El Huáscar no hombres perfectos, si aquellos que de lo real estén entregados desde su corazón a Él y no les de temor ni vergüenza mirar a los ojos a los demás, porque saben que todo en ellos es íntegro y real.