“Para fluir de continuo en la fe verdadera debemos correr riesgos. El acto de la fe arriesgada trae ruidos que despiertan el arrojo y la diligencia de nuestra alma, y provocan acciones valientes que desenlazan la respuesta de Dios. Justo en esa área de tu vida donde todos leen “debilidad” es que Dios escribe perfección, con el dedo de su poder.
No quedas fuera de la abarcadora mirada de Dios desde donde sólo los que se atreven y los que van la milla extra ven Su Gloria, esa que nunca estará cerca de las cómodas tradiciones pero si a un paso de fe de la obediencia”. (Cosme).
A veces hay situaciones y realidades que nos ponen a prueba y nos dejan ver hasta dónde somos capaces de resistir. O hasta dónde somos capaces de mantener la fe en Dios. Lo grande es mantener la fuerza a pesar de que no vislumbres la luz al final del túnel. Y a pesar de eso, prefieres mantenerte confiado en lo que Jesús puede representar para ti. Prefieres seguir pensando que así como sano y pudo curar enfermos; hacer caminar a lisiados; limpiar leprosos; hacer ver a ciegos de los ojos y del alma; en fin, a pesar de que aún así hubo quienes no pudieron mantener y creerle, son más los que siguen su camino. Así como lo hizo hace más de 2 mil años, lo continúa haciendo con todo el que se aleja de su mirada lo cae en la desidia. Así puede hacerlo en ti y lo hace siempre que permitas que Él pueda seguir entrando en ti, para darte la fortaleza. Algo quiere mostrarte en cada prueba, no reniegues de ella, aprende y da gracias cuando puedes ver aquello que previo no podías. Permite que luego de la tormenta, seas y estés Yam fortalecido en su presencia y te siga haciendo crecer manteniéndote bajo su amparo. No temas que Él no te abandona.