Producción

Una producción de Lucía Medina para Al final de la Tarde con Jordi.
Programa Nominado a Premios Gardo 2020, en Actualidad, Región Norte

viernes, 19 de octubre de 2018

Reflexión del Día

Hace tiempo que aprendimos del valor de la palabra del ser humano y que cuando ella no va acompañada de la franqueza y de la realidad. No está demás cuando Jesús nos dice en las Escrituras, una y otra vez, “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”; porque solamente a través de Él podemos encontrar esos tres elementos. Es siguiéndole que llegamos al Padre y salirnos del mismo es tomar los senderos torcidos que dañan y que una y otra vez lo tomamos y nos demuestran que equivocados estamos.

La Verdad, porque la única creíble es la que sale de los corazones de cada uno bendecido con su amor, comprensión y compasión. No hay nada que pueda quedar oculto ante su hegemonía, y cuando nos salimos de ahí, Él busca la manera de cómo hacernos ver quien tiene el poder y el control. 

La Vida, porque todo lo que recibimos de bien y en gratitud de su parte es para engrandecer y darle fuerza al Espíritu. Es desde ahí que podemos combatir todo lo que se nos presente. Nada es peor como aquello que ataca directamente a nuestro interior. Es capaz de derribarnos desde nuestra fuerzas física y de la voluntad. Es capaz de tambalearnos. Es por eso que es tan importante que reconozcamos que la verdadera fuerza está dentro no fuera y ese templo debemos cuidarlo para que no se corrompa ni se haga débil. Todo tiene mucha similitud con el Evangelio de hoy. Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7) “En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más”.