No es que busquemos estar en problemas. No podemos alentar que estamos bien y deseamos estar mal o peor. O que teniendo la gracia de Dios deseemos como inconformes lo que no tenemos. No se trata de atraer la desgracia cuando no está en la puerta. O darle una silla a las dificultades para que tome asiento y nosotros las alentemos brindándole de todo para que se quede. Eso hacemos si dejamos de tener fe y queremos hacer las cosas a nuestro modo siempre. O pensando vivir entre problemas. Ahora bien, cuando ellos aparecen sin que lo hayamos llamado o están, no dejemos de buscar, pedir y clamar al Todopoderoso. Que las lecciones pasadas propias y ajenas; las que hemos juzgado de otros; nos sirvan de acicate para enfrentar lo que nos toca hoy, pero con fe. No con dudas ni angustias. Llamemos hacia nosotros las bendiciones no las desgracias ni las malas vibras. Permite quitarte esas cadenas y no dejes de llamar a Jesús.
