Algo me surge de la nada: “para cambiar pensamientos, actitudes y malos sentimientos en nosotros mismos, debemos hacernos conscientes de que el cambio debe venir dentro de nosotros mismos y será reflejado fuera". Y la sanación y gratificación será el gozo de sentir a Dios en nosotros con ese pequeño, pero significativo movimiento. Es una manera de comenzar a ver a Dios en nosotros, es dar ejemplo de que Él vive en nosotros y no la ira, ni el odio, ni los prejuicios; sino su amor. No es un regalo a otra u otras personas, es una liberación que nos hacemos de las cadenas que nos han creado con el tiempo las acciones incorrectas e inconscientes de otros seres humanos. Es crecer y madurar y no permanecer atados en el mismo encono. Es una manera de movernos y que todo a nuestro alrededor lo haga también. De esa forma si reflejamos el amor de Dios en nosotros.
No importa quien lo haya expresado, hemos aprendido que cuando dañas a otros te dañas a ti mismo y nos degradamos.
Finalmente, el mayor reconocimiento que puede hacer un ser humano por sí mismo y transformar quién es, es reconocer sus debilidades, no ahondar en ellas, y permitir que Jesús sane nuestra heridas como lo hizo con paralíticos; ciegos; leprosos; saco demonios dentro de otros que los dominaban y lo hacían sus esclavos; y permitir que sea su amor, que todo lo puede, el que nos haga mejores seres humanos y nos encuentre y guíe hacia dónde quiere. Recordemos que Él es: El Camino, la Verdad y la Vida.
Perdonen por abusar, pero hoy estaba motivado desde el alma y lleno de muchas cosas buenas que solo de Él es capaz uno recibirlas y desee compartirlas y de algo servirá a alguien en algún lado de este Universo. Ya hoy no me apena ni me avergüenza expresar lo que siento, siempre y cuando sean para reflejar el amor de Dios y lo mejor que tenemos que Él nos ha permitido conocer.