“De la misma manera que una gota de sangre o una hebra de cabello pueden hablar claro sobre nuestro estado físico, hay preferencias, actitudes o sencillos gestos que denotan con toda certeza a qué está atada espiritualmente un alma, muchas veces sin que pronuncie palabra alguna. Quienes pertenecen a la luz, naturalmente se destacan entre los demás justamente en los momentos de crisis, ese es el escenario donde brillan con su conducta, su solidaridad es lámpara para los perdidos, su ejemplo es inspiración para los desalentados y su constancia lidera cual faro los remanentes rezagados por la confusión y la frustración. Son como estrellas, colocadas estratégicamente por el Altísimo para resplandecer en las horas cruciales. Ten fe, que nada te intimide, con el rojo atardecer emergerá imponente, tu estrella brillará!”. (Cosme).
Amanecer para cada quien reciba este mensaje. Alguien hace meses me regaló este escrito: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Isaías 41:10. A veces hay regalos que quién los merece no sabe el valor intangible que guarda detrás, diosidentemente me ha salido en innumerables ocasiones.
Hemos aprendido que a nadie podemos obligar a creerle a Dios, pero asimismo, nadie puede decirle a quien ha sentido y es fruto de un milagro de su presencia que Él no existe. Muchas veces queremos muestra de su existencia y de su poder, dejando pasar de lado que constantemente nos muestra que está al lado de cada uno de nosotros esperando que al asumir el libre albedrío lo hagamos eligiéndolo a Él y no de tomar otro rumbo que solamente te nos llevará a uno de confusión; angustia; zozobra; y esas consecuencias que aparecen cuando por soberbia dejamos de entender quien tiene el control de todo.
Qué fácil resulta dejar de confiar y acoger la duda, cuán difícil es aceptarlo cuando su propósito no va acorde con nuestro ego. Créele esto que es parte del texto indicado arriba y del regalo, y diosidentemente también nos ha llegado: "Pues, yo sé los planes que tengo para ti, dice el Señor, son planes para los buenos y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza". (Jeremías 29:11). Cómo angustiarnos y tener temor y no confiar en que Dios tiene vida.
¿Por qué temer a lo que el hombre pueda hacerte? Suelta y confía en Él.