Hay caminos que debemos atravesar y no tenemos de otra que seguirlo o renunciar y tarde o temprano volverlo a repetir, hasta que decidamos recorrerlos. Siempre, porque Él así lo ha querido y es su voluntad para que de una forma o de otra volvamos al redil desde donde nos perdimos o desde donde Él nos quiere para llevar a cabo el propósito que desea para cada uno de los que a su corazón le entregan.
Es cierto que podremos tener o sufrir, temor y angustia ante lo desconocido o ante lo que no podemos controlar y ya no depende de nosotros. Es cierto que podremos sentir cansancio y la desesperación coquetee con nosotros para que desistamos y tomar el sendero más corto a renunciar. Sin embargo, esta o cualquiera de ellas que nos lleven en alejarnos de su amor y su guía, nos permitirá hacernos más fuertes desde nuestro interior y por ende, no encontraremos el gozo que ofrece su presencia diaria. Pongamos nuestros retos, metas, y afán de hoy en sus manos y a su control. Recuerden como dice, Jesús: “cada día con su afán”. Él no nos abandonará.