“Lo más insensato es convertir un mal momento en una peor relación. La inmadurez convierte una palabra en ofensa, el orgullo en insulto, la vergüenza en bochorno, el prejuicio en un motivo para distanciarse y la ira en un arma peligrosa. Pensar que el tiempo cambia todo es erróneo, amar sí cambia.
Disfrazar el orgullo de dignidad es una desgracia y cubrir la dignidad con orgullo es un desacierto. Solo el perdón puede reparar los puentes rotos por la indiferencia, el rechazo, la burla, el abuso y todo daño que lastima y desmorona la confianza y la admiración en otros. Perdonar es amar, es traer el corazón de Dios a sanar nuestro mal comportamiento. Es purificar la bóveda de la conciencia para volver a guardar el tesoro de la Paz”.(Cosme).
Alguien me dijo: "la mejor manera de comenzar a transformarte como persona es reparar, no para compensar el daño provocado o el recibido, sino para curar y sanar". No puedes pretender que en simples palabras puedas borrar lo que has provocado, sino es a través de un cambio que es hecho desde el corazón y que es motivado por el amor que Dios nos ofrece para que podamos ver lo que sucede a nuestro alrededor y actuemos acorde a eso, no a ser incoherentes de decir algo y hacer otra. De permitir que el egoísmo o el orgullo, actúen y dejar de lado lo que Él intenta conectar con nosotros para que seamos luz en vez de oscuridad ante sus ojos, más que de los hombres. Creemos más en dogmas que en Él. Hacemos nuestra propia Concepción de lo que es su presencia en nosotros basado en leyes que queremos imponer, cuando desde el cariño; la ternura; la tolerancia; la comprensión; se practica más la cercanía con Dios, que quien solo cumple preceptos. Siempre escuché, Dios es amor, y creo que de alguna forma si quieres estar junto a Él, debes practicarlo como parte de tu vida.