“No te arrepientas de las veces que le soltaste a Dios el timón en una oración que vació tu ser, cuando te despojaste de lo que atesorabas por años para salvar a quien no lo valoró, cuando dejaste los pedazos y desgarrada el alma empezaste como la primera vez, nunca pienses que oraste tanto para nada, que las sonrisas fueron vacías y la esperanza vana, que sembraste y Dios no mandó lluvia, que trabajaste y el sol huyó sin siquiera sonrojarse.
Tu Señor es justo, no te equivoques porque es paciente, el no paga como la gente pero cuando así lo entiende, calla muchas bocas, abre muchas mentes, siempre cumple, nunca miente!”. (Cosme).
Buen día para todos y que este sea lleno de bendiciones. Como si fuera una llamada con aquel famoso sistema que llegó a nuestro país Isa mediados de los 80, el DDD. Creemos fielmente en las diosidencias. Esta reflexión es como una respuesta o algo relacionado a lo que narramos ayer. Puedes estar luchando tu más grande batalla entre pensamiento y fe. Entre paciencia y desesperación. Entre angustia y esperanza. Entre fuerza y espíritu. De lo que sí estamos seguros porque así lo sentimos es que nunca El dejará de contestar lo que de rodillas tú corazón le pedí. A veces permitimos que la ansiedad y otras debilidades humanas se hagan dueño de todo lo que somos como seres humanos. Concebimos michas veces a Dios como quien podemos dirigir o que tiene las mismas fallas nuestras. Tomamos la duda antes que la certeza; la incredulidad antes que la seguridad. Creerle es cerrar los ojos y confiar, permitirle que El sea Dios.