Producción

Una producción de Lucía Medina para Al final de la Tarde con Jordi.
Programa Nominado a Premios Gardo 2020, en Actualidad, Región Norte

domingo, 25 de noviembre de 2018

Reflexión del Día

El evangelio de hoy que colocaré a seguidas nos muestra el juicio e interrogatorio al que es sometido Jesús por Pilato. Este le cuestiona si es rey de los judíos. Y al final Jesús le dice soy Rey y de querer no estaría aquí sin defensa y sin ejército de haber sido su reino de este mundo. Pero Él representante de Roma nunca logra entender lo que Jesús intenta decirle, de que su reino está por encima del terrenal. Que no tiene fin y que es mayor al que ostentan los romanos. Luego le dice al final que vino a ser testigo de la Verdad y que solo aquellos que sean capaces de estar en la verdad y creerle, podrán verlo y sentirlo. Aquellos que desde su corazón están dispuestos a ser quienes dicen ser y amarlo como Él nos ama. ¿Estás tú igual que Pilato que cuestionas a Dios con tus acciones porque no crees en su verdad o en su presencia y con ellas desafías a su Verdad? ¿Podríamos resistir nosotros un interrogativo cómo le hacen Jesús sobre quiénes realmente somos? En el Padre Nuestro hay una parte que dice; “...venga nosotros tu reino...”. ¿Es realmente nuestro reino el que ofreció Jesús? ¿O lo acomodamos al nuestro para justificar nuestro proceder ante los hombres y no ante Dios? Son respuestas que debes contestarle tú a Él desde tu verdad hacia la que Él espera de ti que sea la de su esperanza contigo.

“Lectura del santo evangelio según san Juan (18,33b-37): En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.» “Palabra del Señor”.

Viendo el evangelio uno comprende también, por qué la fuerza y salud muestra, no está afuera, en lo físico. Este último refleja cómo estamos nosotros desde el interior entre una lucha con nosotros y lo que nos dicta Dios. Por eso la gran fuerza como le anun amigo, no reside en tu exterior en tu belleza, sino en lo que sientes y eres por dentro. En lo que eres capaz, entre lo que dices ser y lo que realmente Real, sin tapujos apariencias. Por eso hay quienes no saben de qué están enfermos y es que lo dentro martiriza más que lo que el mundo puede hacernos. Por eso lo emocional destruye más que lo que pueden hacer los hombres. Cuida tu templo, que no es más que tu alma y verás como se refleja por fuera. ¿Cómo está tú ante Jesús, su reino y su Verdad, no la tuya y la que acomodas aquí? No menosprecies la fuerza de tu interior y tu relación con Él. Bendición para cada uno y la protección de cada ángel de guarda.

Alguien nos preguntó: ¿hasta dónde te debe llegar la bondad? Lo primero: es ponernos en el lugar de cada quien, no solamente mirar nuestros intereses, egos y deseos. Luego, no hacer al prójimo lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Son dos leyes simples de vida, pero cuán difíciles de asimilar y poner en práctica a veces. Porque solo nos quedamos en nuestra complacencia. Asimismo, y una vez asimilado lo de arriba, aprender de la vida, que no te permitas tomar a otro de tonto útil. Ni dejar que tampoco tú lo permitas.

No hay derecho ni nadie está por encima de Dios para atribuirse que pueda hacerlo. Para comprender todo eso, debes haber pasado por aquello que asimilas desde el corazón y ahí es donde te das cuenta que puedes y eres capaz de ver a los demás en su dolor o dignidad.

Una de los excesos del ser humano cuando lo acoge sin importar las consecuencias, como todos los males que envenenan su interior; donde ellos es el egoísmo, el exceso de llevar el ego a la máxima expresión. De creerte que solamente vale lo que es satisfacer tu deseo que de forma tozuda buscas llevar a cabo, sin importar qué sucede a tu alrededor o a quien o quienes te lleves de por medio. Simplemente, crees que todo debe girar entorno a ti. No importa quienes o que arrastra con tal de llevar a cabo satisfacer su excéntrico ego. Busca que ni tú estés del lado de quien se ha dejado convertir en esclavo. Y pedirle a Dios que no seas de los afectados que se arrastran cuando se busca imponer ese mal del egoísmo.