Producción

Una producción de Lucía Medina para Al final de la Tarde con Jordi.
Programa Nominado a Premios Gardo 2020, en Actualidad, Región Norte

lunes, 26 de marzo de 2018

¿Perdemos la Fe?


Lo que estamos viendo en nuestro medio social sigue dándonos la confirmación de que mismo hace tiempo que se encuentra en estado de descomposición avanzada. Diez o quince años atrás cuando se realizaban las encuestas, existían instituciones que siempre mantenían su confianza ante la población, sin embargo, con el paso de esos años y del deterioro y los cambios sociales que hemos ido sufriendo, lo que se nota es que restan pocas que mantengan la credibilidad y la fuerza ante lo que se llama pueblo, como para entender que las cosas caminen bien y motiven confianza.

La semana pasada tocamos el caso del linchamiento del que fue objeto un tal lagrimita, que había sido muerto a manos de una turba enardecida y que en todo momento un médico, Julio Gómez intentó evitar, y sin embargo, éste y su sobrino, Jhon Arias, que resultó herido por el indicado delincuente, fueron los que resultaron puestos en medida de coerción de prisión preventiva por cinco meses. Algo que definitivamente no llevaba un mensaje adecuado para todo el que conociera dicho hecho.

Luego se dan hechos lamentables en que se asesina un joven estudiante, quien respondía al nombre de: Albert Ramírez, previo a su investidura. Resulta de una información dada por el propio director de la Policía, Ney Aldrin Bautista, de que los que participaron en esa acción delincuencial, eran dos policías.

Asimismo, se da en la semana pasada, el robo y posterior asesinato de un comerciante en La Vega, y lo que atinaron los lugareños que conocían a la víctima, que era muy querida y respetada en su comunidad, fue de linchar, matando a palos y quemando los cuerpos de los asesinos.

Luego, se da el hecho del asesinato del capitán de la Policía, Cándido Medina Sánchez, que fue asesinado mientras estaba fuera de su casa en San Pedro de Macorís. Dentro de las informaciones que se manejan es que éste oficial, era uno de los tantos testigos del caso conocido del periodista José Silvestre. Todo pareciera indicar que fue una actuación de mafia. Y ojalá este no sea el inicio de una mala práctica contra testigos en casos de sicariato, lo expreso, porque para mí no es nada nuevo, ya que, en el caso que nos ocupa se hizo de todo contra ciertos testigos.

Cuando vemos unos y otros hechos, tiene necesariamente que concluir que nuestra sociedad ha cambiado y lo que vemos en las calles, con el comportamiento de las personas en el tránsito, nos da a entender que la urgencia se adelantó al encendido de las alarmas; que nos permitan entender que hay situaciones que hace tiempo han estado dando señales sobre la gravedad que acusamos y que la impresión de que el desorden, la inseguridad y el irrespeto, están dominando por encima de toda sensación de esperanza y tranquilidad.

En los niveles que nos encontramos, lo último que necesitamos como país, es que la gente comience a perder la fe en las instituciones que aun puedan quedar o a miembros que pertenecen a las mismas y que aún mantienen luz con sus acciones y proceder, de hacernos pensar que no todo está perdido. Sin embargo, se hace necesario que de una forma o de otra, que las diversas autoridades asuman todo cuanto está ocurriendo como señales que hace tiempo está dando este organigrama social, que ya no aguanta más podredumbre de la que tiene en su cuerpo, tarde o temprano, no habrá necesidad de utilizar bisturí para seguir viendo todos los males que de ella podrán salir.

Con todo el respeto que me merece el presidente de la Suprema Corte de Justicia, que ante todo lo que ha estado ocurriendo a nivel delincuencial y los linchamientos, alega que la justicia, nada tiene que ver. Y creo, que, todas las instituciones ligadas a prevenir o enfrentar estos fenómenos tienen su cuota de responsabilidad, en menor o gran medida. Es importante que cada actor del sistema, así como cada funcionario y ciudadano, asuma su cuota de responsabilidad y se reconozcan que no vamos por buen camino en este ámbito y se hace necesario reflexionar para transformar toda la porquería que tenemos como sociedad.

Claro que da impotencia a las víctimas de hechos delincuenciales comunes y de graves homicidios, ver como los victimarios se le burlan en las caras o lo ven en otros casos y esto ante la impunidad o falta de justeza, crea resquemor. Pero nada justifica que se quiera hacer justicia en sus propias manos, porque no tendremos diferencia entre los que cometen los hechos y quienes somos afectados. Expongo nueva vez el caso propio, ustedes no se imaginan las veces que veíamos la burla de quienes planificaron y materializaron el hecho del atentado, como en cada reenvío había una acción burlesca que era visto por los propios jueces, como diciendo aquí los imputados somos los que manejamos el proceso y eso les juro que causaba indignación, pero nunca nos pasó como familia por la mente de tomar la ley del Talión como medida.

En este país hay que entender también, asumo que desde el punto de vista sociológico, existe una deuda acumulada, fruto de la impunidad y esto también, ha hecho su trabajo en la mentalidad de las personas, en entender que aquí nada se resuelve.

No podemos permitir que la fe, sea lo último que se pierda. Que la autoridad y la justicia, las personas entiendan que no las pueden llevar a cabo por sus propias manos, creyendo que no habría más nada que hacer y que la gota reboso la copa. Si esto sigue ocurriendo y la venganza y la violencia, sean lo que prime, definitivamente, estarán ganando todo el que ha promocionado los hechos delincuenciales y criminales en este país y que se han lucrado del desorden por igual.

Ahora bien, las autoridades y todo el que maneja una cuota de poder, deben asumir aún más compromiso ante lo que está sucediendo, que aún estamos a tiempo. ¿O estarán dispuestos a seguir permitiendo la pérdida de credibilidad y fe de las personas en las instituciones?