Si hay algo de lo que cada ser humano debería estar convencido es de la presencia de un poder divino y que se hace más palpable en la medida que tu fe se hace más fuerte y hay menos duda depositada en ti. Cuando asumimos la decisión de permitir que Él sea quien presida nuestros pasos hacia el mejor destino y propósito, nadie ni nada podrá desviar nuestro curso. Le decía a unos jóvenes antes de ayer, que una cosa es creer en Dios, que es algo que nos repetimos para alegar que es así, sin embargo, algo muy distinto es creerle a Él, esto supone entrega y constancia en que todo que pongas sus manos, será para tu bien y que estás dispuesto a permitir que su presencia sea la que se manifieste y no la tuya.
Con esto, les aseguro que la fe se solidifica y fortalece todo lo que eres por dentro. Cada mañana debe ser un encuentro para fortalecer tu fe, no desperdicies ese momento que el ritmo de vida que deseamos llevar, nos modifica hasta nuestra esencia y hasta la salud, solo porque no nos damos tiempo ni para tener un instante a solas con Él. Permite que cada día sea posible curar tus heridas y quitarte las cargas que te han impuesto, o tú has permitido para seguir siendo o creyendo que tienes el control perfecto de todo, y Él te hará ver que no es así. Créele a su palabra y a lo que desea para ti y nos dejes darle fuerza a tu interior por medio de la oración, que no solo es senadora, sino, muchas veces tu mejor compañía cuando deseas ser escuchado y Él responde.