Recuerda que el orgullo, la prepotencia, vanidad y soberbia; solo son maneras para desviarte del buen camino que Él espera de ti. Que la falsedad y la mentira es una capa grande que al enredarse en tus pies siempre te hará caer.
“Tu vida no termina con una crisis, ni en tu peor momento, o sufriendo tu mayor dolor… terminará cuando acabe tu propósito, por tanto, ¡vívela con fe audaz!
Ella romperá lo que te detiene, moverá lo que te desvía, desalojará lo que te desalienta y distrae. Porque la existencia que no se alimenta de fe, esperanza y amor, carga el sobrepeso de la sinrazón, divaga hambrienta de esperanza, exhibe musculatura de camuflaje y se ejercita sin la proteína de la plenitud. No caigas en la trampa de escupir el bocado eterno por darle un mordisco a la ingesta chatarra de temporada”. (Cosme).
Recuerda el pasaje que está en las escrituras: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Eso te lo dice Él a ti cuando pasas por aguas turbulentas o cuando crees que vas bien, pero en realidad estás transitando por terreno movedizo que crees poder y te puedes ahogar. Por más dura que sean las pruebas, si has decidido asumirlas junto al Creador, no es que se alejaran, sino, que las sobrellevamos con la fortaleza y sabiduría que vas a requerir, incluso para otras batallas que hoy no sabes. Lo que busca es que no pierdas las esperanzas en Él y que vivas a plenitud a pesar de estar sobre tormentas, que la tranquilidad. Interior que solo Jehová te brinda, no te sea robada de forma fácil, sino que atesores su regalo que te da en gracia, creyéndole a Él, no a lo que intenta desviarte de su camino que siempre fortalece, lo otro debilita.
Ingiere lo genuino, saborea la felicidad sin truco, comprende que vivir es un regalo, vivir bien un premio, ¡vivir sabiamente un privilegio y vivir justamente una bendición!