Alguien nos decía en esta semana: “... que tu ánimo depende de la fe que tienes en Él y no de tus debilidades”.
A veces queremos darle a cada paso y a cada día que inicia la fuerza de la angustia y de la desesperación, olvidando que la mayor fortaleza la tenemos a mano con la sabiduría, la prudencia y el hacer las cosas con amor y sin temor. Que tenemos a quien nos dice constantemente: “no temas, porque voy contigo...”.
Nada ni nadie tendrá por destino lastimarte y que Él lo permita. Nadie tendrá poder por encima de creerte menos y querer estar por encima de tu dignidad, porque Él cuida de ti cuando entregas sin dudas. A veces dejamos que los caminos que tomamos sean dominados por el temor y nos alejamos de su luz y encontramos más oscuridad porque debemos ocultar lo que hacemos. Basamos nuestras vidas más en el egoísmo que en la bondad y el amor. No estamos satisfechos con nada y andamos perdidos porque no queremos soltar el control, ni siquiera a Él para que nos lleve al sendero de donde nos perdimos. No queremos soltar el peso que nos hace daño, lo queremos conservar para sostener lo que entendemos nos da fuerza, pero en realidad nos carcome en una realidad que no es la que Él desea. No queremos sanar, porque no buscamos de su ayuda sino que mantenemos nuestra misma actitud y la forma de caminar. Basamos nuestro día en preocupaciones y no nos damos el espacio de creerle a todo lo que es su palabra. Dicen que: “hay caminos que parecen rectos y son de muerte”.
Buscando lo que está fuera de Él, creyendo que ningún mal hacemos, podemos encontrar nuestra desdicha. Sigamos en este día junto a su fuerza que es la que nos levanta en momentos de caídas y nos hace descansar para seguir adelante, No para rendirnos.