Hay momentos en la vida de cada ser humano en que lo importante no es su persona, sino que debe buscar brindar todo lo que esté a su alcance por otros que necesitan más atención; o ser escuchados; o interés; o que les toca quien se preocupe o se le dedique tiempo; o simplemente se les pueda tener paciencia y espacio. Llegan momentos en que debes pensar en los demás y que tú pasas a no ser la “figura” principal.
Hay momentos en que debes estar dispuestos para quienes desde tu corazón puedas llevar a cabo eso que dices, hacerlo verdad y real. Es permitir que a quien le digas, hagas. Es permitir que esa otra persona sienta en ti, el real amor de Dios en tus acciones. Tenemos mucha gente hablando o escribiendo, pero no siendo coherente. Hay quienes debemos aprender que de nada te vale decir sino puedes ser. Bien lo decía Jesús, hermanos y mi madre, son aquellos que hacen mi voluntad.