Hay personas que con su forma de ser y su accionar en la vida, llevan en sus hombros o en lo que obtienen, los mejores valores de todo un pueblo. Sus hazañas y logros del convierten en el mejor embajador y representante genuino de sus conciudadanos.
Esto que indique más arriba, es lo que ha significado para lo mejor de esta tierra de Duarte, la elección, la semana pasada, al Salón de la Fama de Cooperstown de nuestro Vladimir Guerrero.
No fueron sus grandes contratos, ni el hecho de haber estado en grandes ligas, sino su entrega, entereza, consistencia, constancia y coherencia; lo que más le resalta a este otrora pelotero. Y sobretodo, la sencillez que supo mantener a pesar de todo lo que tuvo que atravesar para llegar a la cima. Pero también, para saber recibir los elogios en cada etapa de carrera y en este último reconociendo hecho.
Nuestro Vladimir Guerrero, no fue solo todo lo que hizo con el madero dentro de la línea de cal, sino como lo hizo, en épocas en que se utilizaba de todo para brillar. Asimismo, la forma en que se manejó y se ha manejado en su vida personal, que al igual que el pelotero, es todo un ejemplo como ser humano y hombre de bien.
Nuestro Vladimir Guerrero, es una real y verdadera muestra de que cuando se quiere y se cree en sí mismo y en Dios, todo es posible. De que el camino de lo correcto y el buen accionar dan los frutos que realmente importan y valen para todo hombre. Que si es posible construir las bases sobre el proceder de hombres y mujeres que cada día realizan sus labores teniendo como Norte, el no dejar de hacer el bien y lo correcto, que tiene mayor recompensa y que perdura por siempre en la memoria de quienes le respetan y quieren.