Los seres humanos en gran parte vivimos equivocados, o al menos pensamos que la fuerza viene de lo que poseemos físicamente o que lo realmente hermoso viene del exterior. Cuando estamos en esos días o momentos en que todo se te acumula o como decimos aquí: “te llega todo junto”. O simplemente hay muchas cosas que manejar, nos damos cuenta que lo fuerte exteriormente que podamos ser o hasta la misma voluntad no es tanto, como tener un interior dado a Dios y que desde ahí salga nuestra real fortaleza. Ese si es el santuario que debemos cuidar y alimentar, con la oración y dejando que Él sea quien more en nuestro corazón.
“Pregunté a un amigo que se ejercita frecuentemente ¿qué cantidad de libras has logrado levantar con las pesas? Hasta 300 libras, dijo, entonces pensé… ¿la cruz que Cristo nos pide tomar cada día, cuánto pesa? ¿Puede mi carácter sostenerla sin agrietarse? Soportar el peso de las agresiones, la impotencia que produce la injusticia, el estrés de la inseguridad, la soledad, el desamor, las luchas por mantenerte y la sobredosis de trabajo arduo para continuar superándote, nos desgastaran si no hay propósito, pero nos harán fuertes si cada esfuerzo apunta al blanco; no hay gloria sin cruz, el viento no esculpe el carácter y las fibras del corazón se definen con el dolor. Toma la tabla de surf y terminarás en la orilla, toma la cruz y caminarás sobre las aguas". (Cosme)
No debería ser la última opción.
Deseo comparto esto que gracias a especial me hizo llegar. A veces no nos damos cuenta qué tipo de demonio dejamos crecer en nosotros. Que luego de convierten en nuestras malas actitudes o temperamentos. A veces permitimos que las malas mañas de otros nos sigan a nosotros. Recuerdo vivamente, aunque ha dado trabajo aplicarlo, que alguien me dijo una vez: “Jordi trata de aplicar lo mejor de cada quien, no lo peor”. Hay actuaciones que nos definen que no necesariamente son correctas por el hecho de que aún la llevamos a cabo. El arte de ser feliz es saber transformar aquello que no nos hace bien. Aquello que nos impide ser mejores seres humanos. De nosotros depende qué alimentamos. Si la verdad o la mentira; si el odio o amor; si la bondad o la malicia; si la luz o la oscuridad; si tu ego o la voluntad de Dios; si la soberbia o la sabiduría; si la envidia y el egoísmo o la humildad; somos quienes definimos qué dominará en nosotros y con qué estaremos alimentando nuestro interior. Gracias Señor por tenernos presente con tus ángeles.