“Inevitablemente llegan tiempos de prueba, presión y desilusión, duros cual desierto, cruzándose entre nuestra necesidad y tierra prometida, para probar si estamos destinados a cosas mejores, si en verdad queremos lo que soñamos o si somos lo que decimos. Son presiones abrumadoras que exponen tu carácter y revelan si de verdad estás donde tienes que estar o si ese lugar es tu lugar. Pero recuerda que Dios no olvida tu esfuerzo, amor y compromiso, es Dios justo y fiel, eso debe asegurarte que cada día estás más cerca de lo que estás esperando, por tanto, ten paz, no estás como parece que estás, sino preparándote para donde estarás; mientras la presión despierta la mejor cara de tu alma, deja que tu actitud se ponga en pie y exponga tu grandeza”. (Cosme).
Hay momentos que te llegan para que aprendamos o sigamos el camino que hasta ahora nos sigue llevando al principio. En qué tenemos o debemos tener la capacidad desde el corazón de ver lo que nos toca y llevarlo a la práctica. Dicen que una de las distancias más largas y más duras es la de llevar lo que existe entre la mente y el corazón. De alguna manera Dios cuando insiste con cada uno lo que busca es que definitivamente aprendamos a vivir con la serenidad que llega del valor y la tolerancia y paciencia para confiar en la voluntad de Él y de ahí viene la fuerza de la fe que necesitamos cultivar y que Él espera podamos acoger.
A veces nos olvidamos la verdadera fuerza de la fe de lo que es capaz.