A veces damos por sentado todas las cosas porque tenemos la creencia y la convicción de que el control que tenemos sobre todo será así en todo. Que la seguridad en lo que entendemos es certero o que se dará de la forma en que estamos planificando o que damos por hecho todo aquello cómo lo vamos llevando. O tan simple, creemos y damos por seguro lo de mañana. Aprendamos a vivir cada día como un regalo de Dios y no olvidemos que cada cosas recibida y aún aquella que no podemos percibir, demos gracias a Él y pidamos siga siendo nuestro protector hasta de lo que no podemos ver.