Una de las narraciones de las Escrituras que más me llaman la atención, es de la Virgen María. Suponerse lo que fue, para una mujer en ese tiempo (imaginemos que siglos después cómo se piensa respecto de las féminas) haberse entregado simplemente a la voluntad de Dios por su fe. A riesgo de lo que le pudieran hacer a ella. No solo fue su valor, sino su entereza en la fuerza de su confianza hacia la voluntad de Dios. A veces debemos preguntarnos hasta dónde llega nuestra creencia en Dios para ser capaces de quedarnos a su ámbito tan solo por confiar en lo que será su propósito. Por eso creer en Él, no es lo mismo que creerle a El, esto último como lo hizo Maria.