Producción

Una producción de Lucía Medina para Al final de la Tarde con Jordi.
Programa Nominado a Premios Gardo 2020, en Actualidad, Región Norte

domingo, 23 de diciembre de 2018

Reflexión del Día

“Lo más insensato es convertir un mal momento en una peor relación. La inmadurez convierte una palabra en ofensa, el orgullo en insulto, la vergüenza en bochorno, el prejuicio en un motivo para distanciarse y la ira en un arma peligrosa. Pensar que el tiempo cambia todo es erróneo, amar sí cambia. Disfrazar el orgullo de dignidad es una desgracia y cubrir la dignidad con orgullo es un desacierto. Solo el perdón puede reparar los puentes rotos por la indiferencia, el rechazo, la burla, el abuso y todo daño que lastima y desmorona la confianza y la admiración en otros. Perdonar es amar, es traer el corazón de Dios a sanar nuestro mal comportamiento. Es purificar la bóveda de la conciencia para volver a guardar el tesoro de la Paz”. (Cosme).

Alguien me dijo hace un tiempo: “que hay momentos en la vida en que debemos dar, saltos de fe". Esos en los que nada está a tu control humano de siempre y a pesar de que en el camino ya llevas algunos tropezones y “moretones”, decides creer que la voluntad del Todopoderoso es quien mejor puede conducir tu nave, cuando piensas que nadie te escucha o te ve.

Cuando piensas que nadie cree en lo que tu ves o sabes o conoces. Que piensas que estás vagando solo. Simplemente, no le das cabida a preocupaciones, angustias ni desesperación, solo te decides a creer, y todo basado en el amor que sabes Él tiene por ti; que desde ese mismo sentimiento, Él es capaz de cambiar todo en ti y a tu alrededor. Que no hay mayor tranquilidad, que cuando sabes que Él te observa y sabe que has estado haciendo lo correcto. Que eres capaz de reaccionar a lo que antes ni siquiera podías ver. Y todo, porque ya sabes que el amor puede curar lo que el orgullo, ni el prejuicio, ni la rabia, pueden. Solo Él puede mostrarte a ti a cualquiera, como puede todo renacer desde la mismas castañas del fuego y salir más fuerte y consciente. Dicen que: “no hay mejor religión, que un buen corazón”.

Procura que nada malo cambie tu interior y te haga olvidar quién puede sanar y transformarlo y hacerte recapacitar. No estás solo enfrentando tus batallas, solo Él puede hacerte pasar por ellas y no permitir que se envenene tu alma. Solo no pierdas tu confianza en su presencia. Recuerda quien te ama y cuánto vales para Él. No te pierdas. No tú.