“El Señor nos dice hoy... hijo mío... la actitud que tomes frente a la vida debe ser aquella que venga desde el corazón... ósea mas bien una actitud de tolerancia hacia los demás... Una actitud de compartir con los demás sin excluir a aquellos que no te agradan... o no reúnan los requisitos que tu exiges para que compartan contigo... ya que cada persona tiene algo que dar... algo que compartir ... que podría ayudarte a ti mismo en ser una gran persona... un gran ser humano... que al final es lo mas importante... no dejes que las actitudes del egoísmo e indiferencia sean las que controlen tu vida... ya que ellas te alejaran de Mi...”. (Cosme)
Alguien me envió esto y quise compartirlo con ustedes, a veces olvidamos que Dios nos coloca de frente con experiencias y personas que de alguna manera nos enseñan aunque no haya sido nuestra voluntad o deseo. Aunque no lo hayamos planificado; nos ama y quiere tanto, que desea seguir transformando quienes somos, el asunto está en qué manera lo asumimos. Qué aprendemos de todo y todos. Que nos pongan a prueba incluso con personas que nos reactivan o entendemos que sus actitudes no es lo que nos agrada, sin embargo, somos nosotros que debemos mejorar o cambiar, porque es a nosotros a quienes Él busca enviar el mensaje para que sea recibido como debe ser, acorde Él, no a nuestra forma. Debemos que Él nos siga ayudando a crecer para ser mejores y podamos reflejar su presencia en nosotros. Sin caer el terreno de la soberbia y el egoísmo, que son cegueras del corazón y más aún, del alma.
A propósito de lo que hemos expuesto. La gran sabiduría de cada ser humano reside en aceptar sus errores, y la forma de enmendarlos y hacer honor a ellos, es aprendiendo y de ahí nos llega lo que requerimos para nuestras vidas un mejor caminar siendo mejores de acciones más que palabras.