Aprender nunca es tarde ni suficiente y más cuando recibes todo esa sabiduría de quien te ama y espera de cada uno de nosotros que podamos no sólo verlo, sino que seamos capaces de enviar todo lo que hemos recibido a quien lo pueda necesitar y sentir su mano y su presencia en cada acción que realices. Somos tercos y a veces arrogantes porque creemos que todo lo podemos y nada necesitamos de quien nos conecta con la vida y nos fortalece con el amor. Dios bendiga cada alma que reciba este mensaje y sea del provecho con que fue enviado.