La gran debilidad que podemos tener nos llega de lo que tenemos por dentro. Aquello que permitimos salga de nosotros o aquello que dejemos sea lo que nos domine el interior, será algo que nos definirá muchas cosas en nuestro andar. Nuestras debilidades e inseguridades puede dominarnos si les permitimos que sean ellas las que se conviertan en nuestros dioses y dejar de lado a nuestro único Dios, que es Jesús en nuestros corazones. Dependerá mucho que permitimos pasar y que se quede. Recuerda cómo el Hijo del Hombre ya lo dice: "lo malo del hombre sale desde dentro, no de lo que el mundo le muestra".