A veces permitimos que aquello que nos preocupa se convierta en nuestro Norte y hasta le damos el espacio que solo debería ocupar la presencia del Altísimo. A veces no le damos la importancia requerida a lo que puede afectarnos la parte emocional y hasta debilita toda fuerza interior, el hecho de las preocupaciones y el lugar que le damos en nuestras vidas. Muchas de ellas que, como hemos dicho, no se encuentran en nuestras manos, salvo no dejar de lugar ni rendirnos y claro, no dejar de orar, porque con ello no perdemos la fuerza de la fe y le estamos diciendo a Jesús, en ti confío y tú estás al control. No dejemos la senda que Él nos muestra día a día, es la mejor manera de saber que estamos siendo bendecidos con cada paso y que vamos resguardados.