“No te frustres por la indiferencia de muchos ante el sacrificio de otros, oportunamente reconocerán su desacierto, ignoran lo que pierden; cuando Jesús dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, reveló la tragedia de la ignorancia, como su castigo, que solo el amor tiene el poder de indultar. Más tú vive por un propósito, comprueba todo pronóstico y aprende de cada problema, así serás coherente con la vida y contigo. El precio que pagas por algo es proporcional al valor que le atribuyes; no obstante, quienes no dan valor a lo que realmente lo merece, no definen el valor de ese algo, sino que muestran en su desproporción la medida de su propia ignorancia”. (Cosme).
De algo importante deben servirnos nuestros errores y desaciertos y es más allá que solamente enojarnos o molestarnos con los demás o responsabilizarlos o molestarlos con patria mismos; con nada hacemos algo productivo ni podemos estar viendo cuánto Dios quiere que veamos y aprendamos sobre la marcha. Podemos hacer mucho más de lo que imaginamos cuando podemos abrir nuestros corazones y reconocer. Es como pulir de la piedra para sacar el oro o hacernos realmente fuertes como el hierro cuando es sometido al fuego y permite ser templado. Así desea el Todopoderoso con nosotros, que permitamos abrir los ojos del corazón para que ante lo que nos va sucediendo o hemos llegado a cabo, asimilemos para ser más allá de lo que somos siguiendo sus pasos.