"Que momentáneamente o en alguna etapa de tu vida hayas sido privado de la abundancia que Dios ha deparado para ti, no es indicador del estatus que el proveedor, tu pastor y sustentador, te tiene. Lo expresa mejor el dicho, ¡aunque no soy el dueño del mundo, soy el hijo del dueño! Las reservas de los cielos y la herencia del padre, te pertenecen. Tú no dependes de lo que algunos piensen que mereces, por su gracia te ha otorgado ¡“su todo”!".(Cosme).
Hay momentos de carencia y momentos de abundancia. Asimismo, en ocasiones, Él, nos pone a prueba colocándonos grandes bendiciones a nuestro favor, gente que te quiere y te ama; que darían todo por ti. O te hace crecer en un hogar lleno de solidaridad o donde puedes recibir poca orientación hacia la ternura: hay veces que a pesar de eso no eres dañado o no te afecta; hay otras veces que si influye en ti porque evita que crezca dentro o de ti la fuente de cómo expresar lo que sientes a ti mismo y a los demás, sin temor. Por eso, lo único que puede hacerte ver lo valioso que eres y que puedes ser capaz de mejorar para ser su obra fiel, es Él, estando presente de forma real en tu espíritu, no solo de palabras. Es como despertar vivo cada mañana reconociendo con los ojos del corazón lo bueno que es, sentirse amado, pero también, amar de la misma forma a los demás, sino todo eso que tienes dentro se seca y es como tener un afluente dedicado para tener mucha agua, sino se utiliza se daña o simplemente es como sino existiera. Un don y privilegio del ser humano, es saberse consciente del sentimiento del otro y no dejarlo solamente en nosotros. Así como te tratas lo harás con los demás. Quien tiene el poder de mejorarte y transformarte, es quien cada mañana espera de ti su mejor ejemplo.