A veces buscamos concentrarnos tanto en los demás que nos perdemos a nosotros mismos en lo que tenemos que hacer para mejorarnos o para valorarnos. En ocasiones dejamos de ver lo esencial con aquello que nos permitirá seguir adelante los caminos que aún nos quedan por recorrer. Debemos ir dando cada paso en su justa dimensión. No podemos quedarnos a esperar que las cosas sucedan pero tampoco querer correr más que el propio proceso, porque entonces dejamos de asimilar aquello que necesitamos aprender para no seguir cayendo en los mismos esquemas que nos han provocado los mismos benditos errores y que hoy nos han llevado al hartazgo personal y nos han cansado hasta el espíritu. Debemos buscar enfoque de mejorarnos y de sentirnos llenos de paz y libertad; ese debe ser el propósito para no dejar de mirar hacia la felicidad y no estancarnos cuando dejamos de mirarnos para amarnos y que esto permita ser el reflejo en otros.