Nuevamente, el tema de la corrupción sigue estando presente en la discusión de la opinión pública en el mismo sentido. Es un tópico que hace de unos años atrás ha estado presente en las encuestas que se han realizado, elemento este que no era tomado en consideración por los encuestados en el pasado, sin embargo, tanto ha dado la piedra en el canto hasta que le ha hecho un hoyo, y este ha sido el interés de una población que cada día observa y va comprendiendo que este fenómeno le quita elementos vitales de su desarrollo humano.
Ahora, y a raíz de un comentario que hiciera el encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos, Robert Copley, indicara: “…que todas las encuestas, noticias e indicadores, demuestran que los ciudadanos están hartos de la corrupción en República Dominicana”. Estas declaraciones crearon un revuelo y de parte, como siempre, de algunos que intentan poner la Patria como estandarte, alegaron que era una intromisión en asuntos internos. Sin embargo, nada de lo que dijo es mentira, ni es un invento.
Ahora bien, lo mismo sucedió, cuando el año pasado, el entonces Embajador del país mencionado, James W. Brewster, en varias ocasiones tocó el tema y en una de esas veces, indicó: “…cada empresario que conoce, ya sea estadounidense o dominicano, menciona la corrupción como el mayor problema en República Dominicana, la cual califica como un cáncer que retrasa el crecimiento, afecta el comercio e impide la aplicación justa de la ley”.
Asimismo, un año más atrás, el entonces embajador de su Majestad, de Gran Bretaña y Reino Unido, Steven Fischer, antes de marcharse el país, habiendo cumplido su labor, en un almuerzo de dicha Cámara, entre muchas cosas, estableció: “Me gustaría volver a una República Dominicana, en la cual, las siguientes afirmaciones sean verdaderas:” Hay una sociedad dominicana integrada. Hay un acceso justo y asequible a la justicia y no hay impunidad. El narcotráfico ha sido derrotado y los crímenes violentos, incluyendo el feminicidio, se han reducido dramáticamente. La policía está bien pagada, es eficiente y respetada”. Fueron estás algunas de muchas, de las consideraciones que hizo este ex embajador hace unos años.
Todo lo que expresó cada uno, creó ronchas de supuesta injerencias, que no es más que una pendejada, de algunos que de momento y de forma y circunstancial, les molesta, que un extranjero les recuerden lo que es una realidad y una verdad.
Como pueden ver, lo establecido por cada uno de los mencionados, sean o no, representantes diplomáticos o lo fueron, de esos países mencionados, el único error, es haber dicho lo que no necesita espejo sobre la corrupción y la impunidad, y como ambas fenómenos se llevan cada año, esperanzas y expectativas creadas de un pueblo que merece mejor destino.
Los que levantan la voz, que son unos pocos, contra lo que cada uno ha dicho en su tiempo, buscan distraer la atención del asunto importante, en fijarse quién lo dice y no en el contenido de lo que dice. La pregunta es: ¿Es cierto cuanto han dicho cada uno en su momento? Claro. Entonces no sigamos echando la culpa o responsabilidad al cartero del contenido que tiene la carta. ¿Qué es lo que hay? Un país jarto, no harto, sino con “j”, de tanta corrupción y peor aún, de la impunidad que la protege. Lo que debe hacer el poder político, es saber que el tópico seguirá exigiéndose y a nivel internacional, si bien estamos creciendo económicamente, el mismo no se traduce al desarrollo económico del dominicano, y uno de los obstáculos ha sido, la corrupción y la impunidad.
Es al contenido de lo que se dice que hay que ponerle asunto, no a quién lo dice, porque al fin y al cabo, lo dicho, es una verdad como templo.