"La oración nos despierta entre destellos en la antesala de un nuevo día y nos convoca al triunfo, a la cúspide gloriosa. Cimas doradas, destino de los corazones que no se rinden ante los obstáculos del camino. Porque cuando la vida nos pone el rostro contra el suelo, la fe nos reta a mirar al cielo. Sepamos, pues que los pasos de los hijos de Dios son pasos de victoria; cada paso de fe es una conquista, cada paso responsable es una experiencia. Por ello… quienes caminan con gracia, se abren puertas, quienes caminan con coraje conquistan, quienes caminan en obediencia se consagran, quienes caminan con determinación, avanzan, quienes caminan con disciplina, crecen, quienes caminan con fe, siempre llegan; mas quienes caminan con amor, indiscutiblemente trascienden".(Cosme).
Hay batallas que libramos que no es cuestión de ganar sino de sobrevivir. De no caer en redes que luego no puedas zafarte. En marañas de las que serás presa fácil. Que difícil es luchar contra tu propia mente o cuando te sientes que no vales o que crees ser un tercer o quinto plano. Hay luchas que solamente puedes sobrellevarlas y buscar salir airosos, cuando tu espíritu puede tener a Dios como fuerza contra todo lo que puede recibir como mala influencia tu cabeza y el corazón. Hay combates que aunque te sientes tirado en el suelo, lo único que te mantiene fuerte y confiado es tu fe y la presencia de su misericordia. No hay otro lugar para la paz que aquel escondrijo que puedas guardar para el Señor y desde ahí, por pequeño que sea, la luz hará lo suyo.