"Hace pocos años el científico japonés Masaru Emoto comprobó lo dicho en la Biblia por el profeta Isaías sobre el poder de la palabra y su relación con el agua. Asevera que las palabras producen vibraciones que pueden registrarse y revelarse como una fotografía mostrando asombrosamente de qué manera expresiones, pensamientos y emociones le imprimen su energía, buena o mala al líquido y hasta transforman la materia. Al examinar distintos tipos de aguas descubre una proliferación de cristales exagonales que expuestos a la música, pensamientos o palabras varían formato y tamaño cristalizando regias joyas o extrañísimas distorsiones. ¿Qué revelan los cristales que afloran de nuestras lágrimas? ¡Dios los decodifica perfectamente! Por ello lo que Él dice de ti descalifica lo que piensa la gente, su palabra es tu máxima garantía!".(Cosme).
Hace unos días, mientras oraba al Todopoderoso, le decía que nos pudiera dar una señal para un convencimiento sobre una decisión algo incómoda pero necesaria, como si uno quisiera terminar de convencerse ante algo que era obvio pero que tu comodidad y emoción a veces tardan en llevar a cabo. Les aseguro que no pasaron 48 horas cuando en forma de galleta, estaba su palabra siendo más rotunda como su presencia que se hacía elocuente y aunque no se escuchaba para otros, a nuestros ojos eran como un: "ahí lo tienes; que más". No entendemos muchas veces que su promesa es tan segura como su existencia, lo que pasa es que nosotros somos quienes seguimos subestimando porque lo seguimos viendo como algo irrealizable y olvidarnos lo que dice el Padre Nuestro en su parte: "...hágase tu voluntad, aquí en la Tierra como en el cielo..." ¿Y que crees que hará? Su palabra es inquebrantable.