Producción

Una producción de Lucía Medina para Al final de la Tarde con Jordi.
Programa Nominado a Premios Gardo 2020, en Actualidad, Región Norte.
Desde 2 de Junio de 2024.

martes, 21 de noviembre de 2017

No sólo abogadas y abogados


Hace unos buenos años, escribimos un ensayo, que ya habíamos tomado en consideración tiempos atrás. Hacíamos referencia al oficio que por más de veinte años hemos ejercido de manera transparente y honesta. En ese espacio de tiempo ya señalado, lo que hemos buscado, es simplemente aplicar los principios aprendidos de mis padres en el hogar y de aquellos que desde las aulas primarias, secundarias y universitarias, se ganaron nuestro respeto por su buen accionar y proceder. En el escrito que a seguidas citaremos, le enviábamos un consejo previo a esos jóvenes que llenos de mucha esperanza e ilusión están iniciando o están en pos de terminar su carrera para, ávidos comenzar a conocer la profesión que han elegido. A groso modo, el artículo fue titulado y expresa, más o menos lo siguiente:

“Abogado del Diablo o Diablo de Abogado”: “Hace como diez años o más escribí un artículo con el título “El Dinero Sucio”, en el planteaba sobre una película que protagonizó el actor Keanu Reeves, en el cual encarnaba el personaje de un abogado, que por su ambición y la de su esposa, protagonizada por la actriz Chalize Theron, prácticamente vendía su alma al mismo demonio, éste último caracterizado por ese famoso actor y ganador de Oscar, Al Pacino. Al fin y al cabo, es verdad que al final termina como si todo lo ocurrido hubiese sido un sueño o que al mismo protagonista le hubiesen pasado el mismo film de su vida ante sus ojos”.

“No soy quien para disponer o indicar el ejercicio profesional de cada persona”. “Sin embargo, si me interesa enviar un mensaje a esos jóvenes profesionales o que están en vías de ello, sea de la carrera de estudio que sea, para que al menos no se desesperen por el aspecto económico ni por el hecho mismo de un puesto de trabajo, que esa “hambre”, no lo lleve a realizar trabajos que mañana tengan que arrepentirse o que marquen su proceder o formación en cuanto a los aspectos morales y éticos. Necesitamos como país, abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, enfermeros, plomeros, electromecánicos, entre otros; no sólo con calidad y capacidad, sino con responsabilidad, disciplina, que respeten su trabajo y que conlleven un trabajo serio y honesto”.

“Voy a morir convencido, de que en la vida no todo el dinero se puede ganar y de que hay dinero que envenena y carcome como cáncer todo lo que toca, por ejemplo, imagínese usted como abogado defendiendo un banquero charlatán sabiendo usted que ha robado el dinero de miles de infelices, o un politiquero cualquiera corrupto hasta el tuétano, es posible que me responda alguien, que el brindar asistencia en esos casos no le quita un ápice de moralidad al abogado, ni tampoco lo compromete”.
“Por el contrario de lo anteriormente señalado, creo que todo dependería de como visualiza usted como profesional su vida y la de su familia, si su interés es amasar fortuna y vivir bien sin importar lo que tenga que hacer, usted será capaz de brindarle sus servicios al mismo diablo vestido de banquero ladrón, político rastrero, legislador charlatán, y todo cuanto pueda convertirse ante sus ojos en dinero”.

Continúo citando: “Asimismo, existen abogados y abogadas que se convierten, no en defensores de sus patrocinados, sino en cómplices de sus fechorías y crímenes, con tal de que le llenen los bolsillos de dinero”. “Luego se quejan de que eso ganado, no lo envenene a él o a uno de sus miembros de familia”. “O piensan que ese mal que defienden o del cual se hacen cómplice, nunca le tocara a él o un hijo e hija”. “Hay quienes piensan que pueden quitarse todo ese veneno que consumen a diario, con tal sólo quitarse la ropa o darse un baño, no saben que siempre andarán y sus seres más queridos, con la capa del demonio detrás”.

"Existen abogados y abogadas, que hace tiempo, han preferido venderle su alma, su toga y birrete al mismo demonio”. “O lo que es peor, llegan a tocar tanto el fango, el lodazal y la cloaca, que aunque digan rezar los domingos, que se convierten, no en abogados del diablo, sino en diablos como abogados y como personas”. “Esos no son los mejores ejemplos para los noveles abogados y abogadas, aunque vean el dinero rápido llegar a sus manos y les digan o vendan su bonanza”. “Ya de profesionales que “resuelven” o que se meten a ejercer sin escrúpulos, no imprimen respeto, sino temor a no caer en sus manos”.

“Sigo convencido y entiendo a fondo, cada día o cuando debo enfrentarme algunos de estos “capones” o “carascortadas” con corbartas, recuerdo las tantas veces que mi padre, me indicara que no estudiara esta carrera, que es hermosa, bella y apasiona, sin embargo, el ejercicio se ha desacreditado por unos cuantos que han decidido hacer de la misma, su forma de hacer botín”.

Ahora bien, si ayer, escribimos para esos muchachos que inician o han comenzado a ejercer, y de los cuales siguen saliendo cientos cada año de las universidades, para que tomaran en consideración su proceder y con quién lo ejercían y cómo. Que el deseo de ganar dinero no los hiciera mañana, ser objeto de señalamientos y de que fueran más conocido por el temor, que por el respeto de su ejercicio. Sin embrago, con la descomposición que hoy acusa nuestra sociedad, debemos volcarnos a dirigir este mismo mensaje, pero, a todos los que profesionales: el médico, arquitecto, ingeniero, empresario, comerciante, entre otros; para que no permitan ni claudiquen sus valores intrínsecos, que a pesar de donde vengan o quienes fueran sus padres, ustedes se respeten y muestren respeto por lo que hacen, pero por ustedes y su dignidad y decoro.

Esta sociedad de hoy, requiere de la capacidad, pero también de esos que al ejercer su oficio, lo hagan con responsabilidad y decencia. Que se vea la sensibilidad ante el dolor ajeno como si fuera el propio, que en cada persona, no solamente se vea un billetaje. Que usted se gane su dinero, pero basado en principios, no en ambición desmedida y sin límites. Esta sociedad descompuesta, requiere ser cambiada desde sus cimientos, y tiene que ser la obra de muchas mujeres y hombres comprometidos, de corazones nuevos y con espíritu dispuesto a cambiar esta porquería social en el que nos movemos, mansos y cimarrones, pero que se da más valor al sinvergüenza y al estafador, que al honrado y decente. Esto no solo debe ser el cambio de imagen a un determinado ejercicio, sino al accionar de lo mejor de este pueblo, para que exija lo que merece, personas responsables y dignos, de llevar el título o cargo que ostenta, no solo de apariencia.