A veces se nos hace difícil comprender los propósitos de Dios para con cada uno. Pensamos que ya no podemos más y es cuando llega un alivio o al menos un gesto de que estamos siendo acariciados por su gran amor. El problema es cuando concebimos a Dios como los hombres y creemos que todo tiene o debe tener una razón en la forma que la pensamos, pero cuando menos lo imaginamos, Él nos va colocando las piezas de una forma perfecta y entonces solo nos resta sonreírnos y saber que está ahí, para quienes no saben doblegar su fe a pesar de las adversidades. No dejan de orar a pesar de lo que enfrentan, porque han sabido llenarse de bendiciones el espíritu y no han caído en la desconfianza. Cada prueba debe ser una forma de engrandecer nuestra mirada de cómo Él nos muestra su presencia y no lo contrario. Permite que tu corazón se fortalezca con cada día que pasa como signo de que Él va junto a ti.