Hay misiones que no tendrán lugar antes que hayamos sido preparados para ellas y mientras sucede, seremos útiles a Dios aun testificando de nuestros errores. San Pablo enseña: "No se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios, buena, aceptable y perfecta" (Rom. 12:2).
Procuró purificar nuestra cosmovisión para madurar nuestra misión. Sabía que no somos estáticos, que nos transformamos acorde a los tiempos. Nos amoldamos conforme a nuestras influencias y crecemos a causa de quienes nos lideran. La meta: "ser un valioso libro de vida para nuestro entorno en tiempos recios, una sinfonía para almas rotas destinadas al llamado supremo de la salvación, escritos en un corazón discipulado por Jesucristo". (Cosme).
Hay tareas que llevamos a cabo; sueños que vamos realizando y queremos irle dando final para pronto ver los resultados esperados, din embargo, hay para cada respuesta y para cada culminación un proceso por el cual es necesario atravesar para saber qué tanto tuvimos aprendizaje. Cada lección tiene su periodo para saber hasta dónde estamos preparados para ser luz de nosotros mismos y de otros.
Para darnos cuenta que tanto hemos transitado y valorar lo que hemos obtenido con esfuerzo y tiempo. A diferencia de lo que hoy vemos, que hay quienes desean tener pero no pasar por etapas ni sacrificios. Eso no es formar ni hacerte crecer con raíces firmes.