"¡La verdadera oración no es evasión sino convicción que se afila en la verdad de la palabra viva! No oramos para escapar de la vida, sino más bien para que el propósito de esta vida no se nos escape. ¡En Dios haremos proezas!". (Cosme).
Una de las acciones que he asimilado y he palpado, es el gran poder de la oración. Ese ámbito de comunicación que tienes entre tú y el Señor. Ese momento en que sirve para alimentar tu espíritu y llenarte de gozo. La oración sana desde adentro hacia afuera. Te ofrece la certeza de que a tu lado está quien te reconforta en momentos de debilidad, adversidades y angustias. Es la presencia de Dios y tu confianza de que su promesa es certeza. No dejes de alimentar tu interior cada mañana con la fuerza que ofrece la oración, para ti y aquellos que la requieren. Sal y da lo mejor se ti, que Él escucha y sigue tus pasos para que su presencia sea tu escudo.