Hoy despertamos con el alma herida.
Lo que debía ser una noche de alegría, de música y de encuentro, se convirtió en una tragedia que ha dejado un vacío imposible de llenar. Decenas de familias viven hoy lo impensable. Y todos, incluso quienes no conocimos a las víctimas, sentimos ese golpe en el pecho que nos recuerda lo frágil que puede ser la vida.
No hay palabras suficientes para describir el dolor. Y quizás no se trata de encontrar las palabras, sino de hacer silencio por un momento, de honrar desde lo más profundo a quienes ya no están, a quienes luchan por recuperarse, y a los que hoy lloran su pérdida.
En los momentos más oscuros, cuando la vida duele y el corazón se llena de preguntas sin respuesta, a veces lo único que podemos hacer es estar presentes. No hay frases mágicas que borren el dolor, ni gestos que llenen el vacío que deja una pérdida. Pero en medio de todo eso, el silencio compartido, una mano extendida o un simple "aquí estoy" puede ser un bálsamo.
Esta tragedia no es solo de quienes estaban allí. Es de todos. Porque cada vida arrebatada nos duele como país. Porque nos toca mirar hacia adentro, acompañarnos, ser más humanos. Porque necesitamos abrazarnos aunque no nos conozcamos.
Hoy, desde este espacio, compartimos el duelo. Nos unimos al dolor, con respeto, con empatía y con la promesa de no olvidar. Que el recuerdo de cada una de esas personas sea faro y memoria. Que la compasión nos guíe. Y que la solidaridad sea más fuerte que el dolor.
[27:22] Primicias Noticiosas con Federico Basilis
[52:15] Aconteceres de Impacto
[01:00:21] Comentario al Final del Día