La verdadera fe que depositamos en el Todopoderoso, es cuando podemos tirar nuestras armaduras, y todo aquello que nos impide amar y ser amados. Todo aquello que nos impide confiar. Toso aquello en que nos impide entregarnos. Toso aquello que nos impide soltar ese control que creemos o deseamos tener en todo y saber que a solas no podremos. Cuando nos dejamos caer a la voluntad de Dios reconociendo que su sola presencia será suficiente y que todo cuando decida será en nuestro favor. Eso es fe y tener el corazón dispuesto a ello.